II

Lo opuesto

Desvaídos intentos de coherencia
impulsan sus pasos
por senderos nuevos.
Pero la aspereza del suelo
dificulta la travesía.
Busco otro camino,
y otro
distinto,
otro.
Es inútil,
mis pasos se hacen
cada vez más vacilantes.
Quizá sería mejor
volver al espacio
de la incoherencia.




Aislamiento

Como un sustituto de su sombra,
el hueco de la distancia
se apoya en el intervalo del hombre
y su propia perisferia;
desierto inveterado,
compendio de distancias.
Soledad.




Descensos diferentes

Siempre algo se cae:
una palabra,
una mirada,
la hoja de un árbol,
la esperanza.
Pero cada caída
tiene un final distinto,
y cada final
su propia hondura.
El de la esperanza,
el más profundo,
quizá no tenga fin.




Identidad fragmentada

El rostro
nunca refleja
la misma imagen.
Siempre se transforma,
inaugurando otros rasgos:
surcos asimétricos
del pensamiento furtivo.
El rostro es el signo
de cada hombre,
siempre
transmutado.




Lejanía

Llevo en la boca
muelles
de palabras,
palabras
de muelles.
Ecos de lo que dije
alguna vez,
mirándote,
como se mira el mar.
Y un dolor escondido
en el barco que se aleja,
con timón
de otoño.




Mensaje

Tus ojos,
dos pájaros
que vuelan hacia mí,
me tocan,
con alas de nubes.
No hay tiempo
ni distancia,
en la jaula
que retiene tu mirada.
Yo




Ocaso

Veo el semblante
vano de la razón,
la pluma caída
de la transparencia,
y los caballos
que tiran carros,
en la ciudad que duele.
Trato de entender;
no puedo.
Tampoco desentender
puedo.
Y una gaviota
vuela
sobre el mar
de mis pensamientos.




Hoy

que no hay luz,
ni sombra,
ni luz de sombra,
el fuego despierta,
escribe su poema.




Oda para Alfonsina

Sé que algún día te encontraré
y hablaremos de poesía
.


De haber estado en aquel instante,
cuando caminabas despegada de la tierra,
con alas extendidas,
te hubiera acompañado,
tomando tu mano trémula:
paloma de mujer palpitante;
plumas de palabras
palabras de plumas;
vida,
muerte,
vida;
cielo,
tierra,
mar;
aire que aturde;
oxígeno que revive;
antesala del estupor:
enredadera de agua suspendida,
praderas dormidas.
Pero no estuve allí;
estabas sola.
Entiendo tu decisión de derribar el muro.
De haber estado en aquel instante
te hubiera acompañado
hasta que el mar nos cubriera
piadosamente.




Nightmare

Estaba sólo,
entre mis viejos libros.
Los objetos de la biblioteca
estaban minuciosamente ubicados,
y nada alteraba
las vanas costumbres repetidas.
De pronto, el reloj
comenzó a dar las doce campanadas;
suspendí la lectura,
cerré el libro cuidadosamente
y contemplé, con renovada fascinación,
el vaivén rítmico del péndulo,
siempre oscilando en la distancia exacta,
midiendo el tiempo con lenta obstinación.
De repente, los movimientos
comienzan a acelerarse, cada vez más,
hasta que péndulo y aguja
avanzan a una velocidad
que hace vibrar el reloj
como si fuera a estallar.
Las horas son fracciones de segundo,
su figura, antes geométrica y pausada,
se transforma en un ente maligno.
Temblando, me levanto con esfuerzo agónico;
apenas puedo caminar, por los dolores
y el cansancio repentino.
Finalmente me detengo
frente a un gran espejo,
y casi sin sorpresa, contemplo
la máscara de un rostro
que superó largamente un siglo.
Mientras el reloj continúa
su agitación frenética,
comienzo a caer,
sabiendo que al llegar al suelo
sólo seré cenizas.




Anticircunloquio

Cuando no se pronuncia
la palabra se desorienta
y busca otro espacio.
A veces, el que encuentra,
es sólo un vericueto
de su confusión.
Tampoco lo descubre
en la peripecia oculta
del silencio.
¿Dónde se refugia
la palabra no pronunciada?
¿En qué tiempo
habrá enmudecido?




Vínculo quebrado

Despedirse
es caer
por el párpado
del tiempo;
deslizarse por un tiempo supletorio
fundado en núcleos de hielo:
agua
que se escurre
por las venas
del silencio.




Poema horizontal

Acostada
duerme la tierra.
Vuela la palabra.
Vuela el silencio.
Vuela la noche.
Acostada
duerme la tierra
aunque todo vuele.




Numeral

Los números, amantes de las letras;
las letras apabulladas;
los números en celo
les quitan las ropas.
Los soles se caen uno a uno,
como ojos encendidos;
el arroyo es un torrente
de hormigas en llamas.
Arden
el arroyo,
los números
las letras.
Todo arde y se inflama.
Las letras paren letras ignotas;
símbolos que rotulan
al hombre
numerado.




N.N.

¿Cómo nombrar
la noche clandestina,
la blancura zigzagueante
de la mortaja,
la fuente roja
del deseo,
el relámpago morado
de los senos encendidos,
el aluvión seco del pasado,
la trepanación descontrolada
de la luz?
¿Cómo nombrar
al hombre
que está solo?




Mutismo

Con lentos pasos de agua
me interno
en la boca
oxidada del silencio.
Disperso en su concavidad
como follaje mutilado,
también
soy
silencio.




Imágenes

Ciudades narcotizadas
por el hollín y el silencio;
agua de arroyo
mojando todas las aguas;
deshielos mentales
como ríos descontrolados;
un fantasma del último dinosaurio;
el rostro de un anciano
esmerilado por la espera;
un televisor
en un bosque de ciegos;
una sombra
buscando un cuerpo;
puertas sin paredes
colgadas del viento.
Finalmente
tú,
yo,
agua excitada
en las venas del tiempo.




Dualidad

Desde algún lugar
alguien me llama;
la palabra que pronuncia
no es mi nombre,
pero reconozco mi voz.




Atardecer

Todos, todos tenemos una hora cobarde,
una hora de hastío cuando muere la tarde.
Alfonsina Storni


El día se cae,
inminencia
de la noche certera,
plumas de pájaros somnolientos,
pincel de luz
que se consume
en el hábito cotidiano,
y esta rara opresión
de Ser.




Giros

Creo que todo
lo que busco
está del otro lado.
O tal vez éste
es el otro lado
y yo siempre
enfrente
de todos lados.




Ayer

Un niño me mira
con ojos
de pájaro
que anida sueños
en el viejo patio
de baldosas rojas.
Hoy
el patio es pavimento,
la glicina ya no está.
Y yo
no sé
dónde he ido.




Partida

Las luces palidecen
y hace frío
en la almohada
de hielo.
Un búho me indica
el camino
y voy tras él
hacia
la oscuridad.




Vacilación

Habito una casa
de aberturas borradas.
Dibujo una puerta,
trato de salir;
pero algo se interpone:
mi sombra,
tratando de entrar.




Asimetrías

Las palabras,
hormigas
que se vuelven sílabas,
se cuelgan de las ramas
del fresno,
lo hacen sauce.
La noche,
perro negro,
escarba la tierra, oculta su hueso de sombra.
Una cicatriz de rocío
humedece el párpado
del silencio.
Y una calle
que apenas respira,
copia imágenes:
poema
de adoquines.




Evasión

Quisiera ser
amigo
del viento
y flotar sobre su piel de agua
entretejida de murmullos.
Disfrutar la beatitud
pausada de la llanura,
rozar apenas las hebras verdes,
como una insinuación.
Sin estar
despierto
ni dormido
ensayar las cabriolas fugaces
entre la vigilia
y el sueño,
dejándome llevar
por sus ráfagas inciertas.




Desvaríos

Árbol en llamas;
el pensamiento.
No árbol:
hojas
no hojas:
raíces;
no raíces:
sólo
viento.




Nocturnal


Una noche.
Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas.
José Asunción Silva


La luna reclina
su blanco cuerpo
en la noche;
resplandor voluptuoso
que enciende las nubes,
peces de humo
nadando en el viento.
La luna,
mujer
que siempre espera
en la noche.




Decisión externa

Tal vez sea una quimera
creer que los hechos
siempre parten de nosotros.
¿Por qué no suponer
que a veces
el vaso decide
volcarse en nuestra boca
aunque no tengamos sed,
o que la sed es sólo
un invento del agua?




Pertenencias

Todo es una idea de ella:
el cisne es una idea de ella;
el atardecer es una idea de ella;
la pirámide es una idea de ella.
Y hasta creo que yo
soy una idea de ella.
O quizá el cisne,
el atardecer
y la pirámide
sean una idea mía
engendrada por ella.




Intensidad

Blanco:
el alma de los indiferentes;
el barco que nunca zarpa;
el olvido;
la palabra sin pronunciar;
la felicidad sólo imaginada;
los ojos de un ciego.
Hay un blanco
más blanco;
el epitafio
a los que mueren
solos.




Lo que queda

Dice su discurso
el cotidiano sol:
piedras encendidas
que va apagando el tiempo,
silencio de pájaros desterrados,
horizonte de transparencias.
Memoria.
Lejanía.
Apenas
una huella
de viento.




Es ella

Te hallé como una lágrima en un libro olvidado
Vicente Huidobro


Mujer
azul.
Risa
azul.
Azules
pechos.
Gemido
azul.
Hoy
todo
es azul.
Aun
el cisne.




Marina

¿Quién dirá que el agua lleva
un fuego fatuo de gritos?
Federico García Lorca


Soy
agua en movimiento.
Soy
espuma que estalla,
con esquirlas de la luz.

que algún día
alcanzaré la playa,
y habrá una mujer de arena,
esperándome

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